martes, 11 de septiembre de 2018

Fin de las vacaciones y vuelta al cole

Dicen que no hay nada más excitante para una mente creativa que un cuaderno a estrenar y un lápiz bien afilado.... 

Empieza el cole, y como buena amante de las papelerías y librerías, para mi es un placer preparar el material escolar de mi hijo. Desfilan ante mis ojos como pequeños tesoros lapiceros, gomas, sacapuntas, pinturas, cientos de cuadernos, cartulinas, folios, estuches, mochilas... y automáticamente reactivo la ilusión de volver al cole, a estrenar esos cuadernos limpios con olor a futuro y a ver cuánto aguantaba la primera mina del lápiz recién estrenado, pues ya se sabe que en cuanto le sacas punta, deja de ser nuevo.

Y claro, también compré mi propio cuaderno, de los pequeños, con portada rosada (no pude evitarlo) y de cuadros chiquitines de toda la vida, con margen azul,  y unas líneas claritas que invitaban a llenarlas de pensamientos, unos cartuchos de pluma Parker (que una es una romántica y todavía escribe a pluma) y me dispuse a empezar yo también el nuevo curso, a pesar de llevar de vuelta de vacaciones casi 15 días.  Y es que este año me ha costado más que nunca ponerme el traje de madre trabajadora, pues en casi 8 años, es la primera vez que he probado las mieles del paraíso, es decir,  estar en casa una semana  en la mejor de las compañías, en compañía únicamente de mi hijo. Si, ¡ese sitio que compramos y amueblamos para estar como en ningún otro sitio y con ese niño que tuve y del que estoy perdidamente enamorada!. ¡¡Madre mía que fué el coctel emocional perfecto!! que tan a gusto hemos estado, compartiendo paseos, confidencias, travesuras y pensamientos que el primer día de vuelta al trabajo pensé - Pero ¿qué hago yo aquí? de verdad ¿qué demonios estoy haciendo con mi vida?.  Y en éstas he estado esos 15 días de vuelta al trabajo, con el ánimo arrastrando los brazos, hasta que ha llegado la hora de empezar el cole, y mi pequeño príncipe, mi querubín  del alma me ha devuelto la ilusión de volver a las obligaciones y a la rutina, la emoción de volver al cole.

Ahora llevo ese cuaderno siempre en el bolso, a la espera de tener una buena idea para escribir pues de momento pienso: -qué pena estrenar este cuaderno, llenarlo de tachones y borrones. Lo guardaré para cuando tenga una buena idea. - y ahí sigue sin estrenar el pobre, al lado del estuchito de las plumas recién cargadas esperando una inspiración digna que se atreva a ensuciar sus páginas. 

Desde luego, la Creatividad y yo estamos bastante reñidas últimamente.

jueves, 11 de julio de 2013

El principio

Ella tiene 40 años, más cerca ya de los 41. Está casada con un buen hombre al que trata de hacer feliz porque le quiere y es feliz haciéndolo, y tiene un hijo de casi 11 meses al que trata de criar lo mejor posible a pesar de la distancia impuesta de forma cotidiana. 

Se levanta apenas dan las 5:30 de la mañana sin hacer demasiado ruido y procurando no tropezar con el desastre de la noche anterior, pues su bebé necesita tomar el biberón en sus brazos, reservados con placer para ese fin y doloridos de no poder cargar más a menudo con su gran tesoro. Con las 6:15 en el reloj ya va camino de encontrarse con el agua que limpia sus carnes pero no sus pensamientos "otro día más que me voy lejos de ti, hijo mío. Perdóname, espero de corazón estar haciendo lo mejor para los tres". Y calzándose su uniforme de mujer moderna-convencida y dueña de su vida, que le va desajustado por todos lados, se mira en el espejo con indiferencia. Ya no hay remedio para su cansancio. Otro día más antes de salir con media casa a cuestas sabiendo que deja atrás lo más importante: su corazón de madre. Y así, con una media sonrisa que florece espontánea y fresca al recordar el olor de la ternura, entra en el sucio camino diario del alquitrán maloliente de la ciudad, que tras dos horas la sitúa frente a una luminosa pantalla que quemará los ojos las siguientes diez. De vuelta a casa, enrojecida y agotada tras el primer día de la semana, aun saca fácilmente fuerzas de flaqueza y vuelve a llenar sus labios de amor y sus brazos de esperanza. Ya ha llegado, está a salvo, los tiene cerca de nuevo, puede tocarles, olerles, besarles, acariciarles... qué día más largo, piensa, y a Dios gracias, pues aun tiene tiempo de tenerles unas horas más para ella. Y les prepara cenas de cariño, y hace camas de ternura, y limpia con su risa lo que puede. Lava caras llenas de besos y manos deseosas de acariciarla, mientras que alegre, piensa lo afortunada que es.

En un mundo donde la Ética se ha perdido en aras de unas Cuentas de Resultados, cómo enfrentarse a una vida basada en el consumismo desacerbado y el triunfalismo falsario del dinero sobre los sentimientos.

Poco a poco y día a día